“Pido primero el
baño de arriba” les grité una vez llegamos a casa.
“Yo el de abajo”
se apresuró Rach.
“No es justo” dijo
Luz haciendo un gran puchero.
Volví a ducharme y
sequé mi cabello, lo recogí con una hebilla recta que ata el cabello de forma
vertical haciendo una línea y comencé con la rizadora el arduo trabajo de hacer
la cascada de bucles que había pensado.
Terminé con el
peinado y seguí con el maquillaje, aplicándome rimel y delineador negro; usé
una sombra blanca perlada para iluminar el rostro y otro color humo para darle
profundidad a la mirada. Por último apliqué una leve brillo labial sabor a coco
en mis labios.
Me metí en el
vestido y me coloqué los accesorios tan raros que adquirí recientemente, me
puse los zapatos y casi estaba lista cuando me dí cuenta de dos cosas:
1)
no
tengo aretes que combinen
2)
tampoco
un abrigo
“Toma Eris ponte
esos” me indicó Shadow, sobre mi escritorio brillaban dos aretes de cristal
“Son hermosos,
pero qué piedra es”
“No son piedras,
son lágrimas de Murf o bien conocido por los humanos como diamantes” me
instruyó.
“Oh… Oh muchísimas
gracias, te adoro.” Le abracé.
“Lo que la haga
feliz”
Salí de mi
habitación y bajé las escaleras, los demás ya se habían terminado de arreglar y
sentí esa sensación de patito feo al pensar en lo fabulosas que se verían.
Rach optó por un
vestido ancho atado el cuello, con un escote en forma de lágrima y sin espalda
de color blanco. Luz también va de blanco pero la prenda se sujeta al hombro
izquierdo y es muy corto, y termina en pico tocando la rodilla derecha. Y
Carol…
Carol tiene un
vestido plateado que se ajusta a los
hombros cae suelto al piso, con una pequeña cola por detrás. Aunque la tela cae
de forma holgada, las curvas de su cuerpo hicieron que la misma se le adhiriera
a la piel.
“Perdón por la
demora, ya podemos irnos”. Me disculpé cuando entre en la sala.
“Wow Eris” exclamó
Rach.
“Te quedas corta”
la siguió Carol.
“Estás…estás…”
“Si estás más que
hermosa y además has dejado a Alexander sin palabras. Bien hecho” fue Luz la
que habló.
Me sonrojé mucho.
“Bueno es hora de
irnos no?” tratando de cambiar de tema.
“Espera te falta
algo” Alex extendió hacia mi un tela blanca.
“Te falta un
abrigo y este complementa tu impactante presencia”
“Oh déjalo ya,
gracias y también vámonos de una vez”
Rach llevó al
resto en su flamante Eclipse de color rojo y Alex y yo en mi Mini negro.
Aparcamos y nos
encontramos con las parejas de las chicas, fue escuchar una cantidad de halagos
innumerables, pero lo único que exclamaron cuando me acerqué fue la misma
palabra de Rachel.
“Wow” a forma de
coro.
“Si ya lo sabemos
y se lo hemos dicho, despampanante es la palabra” dijo Luz.
“Vamos” dije.
Entramos y vimos
todo nuestro esfuerzo hecho realidad, el gimnasio parecía uno de esos adornos
de navideños (esos que son redondos con agua y tienen algún material dentro
que simula nieve). Habíamos instalado
dos máquinas de nieve artificial y dos de burbujas (pedido de Rachel ¬_¬).
Las telas cumplían
la función de asemejar el cielo, por eso eran de color azul y dentro de dos
grandes rectángulos situados en el medio del techo, estaban los cristales de
nieve.
Las máquinas de
niebla cubrieron todo el suelo con una espesa bruma. Las mesas iban decoradas
con manteles blancos o plateados y esculturas de hielo como centros de mesa.
La banda tocaría
sobre un escenario que lucia como un gran témpano.
Ya creo que
pensarán que es demasiado elegante, pero hay solo dos bailes importantes por
año, este y el de graduación. Por eso el lujo.
Todos se nos
quedaron viendo, pero el rostro que más me asombró fue el de Endimión, que
tenía la boca abierta y los ojos saliéndose de sus cuencas,
Alex me tomó de la
mano y me condujo hacia una de las mesas, apoyé mi abrigo en el respaldo del
asiento.
“Gustan algo de
beber, señoritas?” nos preguntó Al, con este gesto todos los demás chicos lo
imitaron; asentimos a la oferta y nos dejaron a solas.
“No puedo creer
que ninguno, incluso Alex no hicieran comentario alguno sobre mi tatuaje”
afirmé.
“Si lo han hecho
pero no delante de ti, por lo menos Al fue discreto al preguntar” me informó
Luz.
“Sus tragos
damas”.
Los chicos habían
vuelto y también se acercaba Endimión con su pareja.
“End amigo, ven
siéntate con nosotros… Ouch” le propiné un fuerte pisotón bajo la mesa a Scott.
Rachel me miraba con mala cara, nada gesticulé con los labios.
“Si no les
importa”
“Claro, vengan”
sostuvo Carol.
Tomamos nuestras
bebidas al tiempo que oíamos elogios por la decoración, justo cuando la conversación
se tornaba insoportable Alex me invitó a bailar al ritmo del acid house que
puso el Dj.
No pude oír ni una
sola palabra de lo que, el guapísimo muchacho vestido de smoking, me decía;
solo sonreí y me moví al compás de la música todo el tiempo.
Pasaron seis
canciones hasta que volvimos a nuestro lugar en la mesa.
“Wow, estoy
sedienta ¿vamos a buscar bebidas?” le increpé a mi cita apenas nos sentamos.
“Iré yo, tu
descansa” se ofreció como todo un caballero.
“Te la estás
pasando en grande” me acusó Luz.
Si claro como si
pudiera, con el chico que me vuelve loca pegado al brazo de esa muchacha tan
común y corriente. Gracias a los cielos una vez más porque mis sentimientos no
pueden romper mi mascara de tranquilidad.
“Hey, dónde está Carol” dirigiéndome a Rach.
“Va hacer unos
anuncios”
Oh Oh, esto no
está bien pensé. Había escuchado en la mente de todas, hace unos minutos, que
tenían la intención de que yo cantara junto con la banda.
Si lo decía por el
micrófono no tendría escapatoria, a quién engaño nunca he tenido una. O al
menos no cuando las tres se confabulan para que haga algo.
¡Me quiero morir,
me quiero morir! Gritaba internamente y ahí fue donde lo dijo.
“Chicos escuchen,
en una hora anunciaremos al rey y la reina, así que depositen sus votos en las
urnas correspondientes. Y también quiero decir que la banda comienza a tocar en
diez minutos, y hoy la cantante será Eris Strauss”. Dijo eufóricamente y
aplaudiendo sin parar del entusiasmo.
Silbidos y
aullidos recorrieron todo el lugar.
“Te voy a matar”
le susurré al oído cuando nos cruzamos a medio camino.
“Mmm...” se rió
con muchas ganas mientras me daba la espalda.
“Conocen el
repertorio no?” pregunté a Kevin, John y Will.
“Claro, si hemos
ensayado una infinidad de veces” dijo Will
“Buenas noches…
aquí vamos” murmuré al micrófono.
Todos aplaudieron
y silbaron en respuesta, la música comenzó y supe qué canción querían que
cantara.
How can you see into my eyes
like open doors?
Leading you down into my core
Where I’ve become so numb with
out a soul
My spirit sleeping somewhere
cold
Mientras cantaba
mi canción favorita (Bring
me to life) miré a Endimión, donde se sentaba con el resto de mis amigos; ellos
se acercaron al tumulto de adolescentes frente al escenario.
No lo perdí de
vista, ni aparte la mirada un solo segundo de sus impenetrables ojos negros.
Wake me up
Wake me up inside
Wake me up
Make me up inside
Call my name and save me from
de dark
...
Sostuve encantada
la guitarra, tocando a dúo con Kevin.
Tuve que volver a
la realidad puesto que la canción concluyó, esa también fue la única que canté
junto a Will.
Seguimos tocando y
siempre que parábamos los jóvenes aclamaban por más, no podíamos negarnos y
tocamos todo tipo de canciones.
“Y para terminar
una de mis preferidas… uno, dos, tres”
Last night I’ve a dream about
you
In this dream I’m dancing
right beside you
And looked like everyone was haven´
fun
The kind of feeling I’ve
waited so long
Don’t stop come a little
closer
As we jam the rhythm gets strangers’
There’s nothing wrong with
just a little little fun
We were dancing all night long
The time is right to put my
arms around you
You’re feeling right you wrap
your arms around too
But suddenly I feel the
shining sun
Before I know it this dream
all gone
...
Como sucedió en el
primer tema, quedé atrapada en sus ojos; pero esta vez en mi mente surgieron
miles de imágenes.
Todas son de
nosotros dos, algunas ya las había visto en sueños y otras eran de momentos que
estuvimos juntos. El resto no fue invento mío, ya que en ellas aparecía solo yo
vista desde otros ojos y solo me dí cuenta de con quien estaba, cuando vi
nuestro reflejo en el agua.
Es imposible que
viera esas imágenes de la mente de Endimión; primero porque ya lo he intentado
antes, sin resultado y segundo era inconcebible e inimaginable, para mí, que me
vea de ese modo.
No me mal interpreten pero, con como me trata
no me da mucho con que hacerme ilusiones.
Los muchachos
dieron fin al tema y con eso Carol subió al escenario para hacer el gran
anuncio.
“Veamos el Rey de
este año es… Endimión Grey”
Ya me esperaba
esto. Todos lo aplaudieron cunado subió, para que lo coronaran con la corona de
plástico.
Ya comenzaba a
bajar de la escalera, cuando Carol pronunció el nombre de la reina.
“La Reina es… Eris Strauss”.
Aplausos, gritos y
silbidos se oyeron al segundo. No, debe haber un error no puedo ser yo y menos
que menos con él, me explicaba mentalmente.
Luz optó por un
tradicional vals vienes.
“Sabes bailar
esto?” me preguntó.
“Claro” le gruñí.
Caminamos de la
mano hasta el centro de la pista, la música comenzó y colocó su mano derecha en
mi cintura y con la izquierda sujetaba mi mano derecha.
Me acercó a él,
pero dejando el espacio suficiente para realizar un baile de salón. Eso no hizo
que no sintiera la misma carga eléctrica de siempre.
Nos deslizamos
dando vueltas por todo el espacio, y como siempre me sorprende con una
pregunta.
“Por qué el mal
humor?”
“No es eso, es que
no me gusta bailar”
“No parecía que
fuera así, cuando bailabas pegada a Alexander hace un rato”.
“No tiene por qué
importarte”.
“Tienes razón,
disculpa la impertinencia”
“Solo dime algo…
tanto te molesta estar bailando conmigo”. Increpó.
No fue una
pregunta solo la constatación de un hecho. El solo acto de considerarlo sería
una blasfemia, mi cuerpo entra en un estado de éxtasis con solo estar cerca de
él.
Cómo podía tan
solo concebir esa idea absurda, me dí cuneta de que esperaba alguna respuesta
de mi parte y por fin hablé.
“No, no es así,
solo no me gusta bailar esto”.
Sus ojos se
iluminaron con un brillo que rápidamente me sumergió en el abismo que ellos me
ofrecían.
Estábamos a mitad
del baile cuando me petrifiqué, mis pies echaron raíces que me ataban al suelo.
“Alex” musité.
Sabía que él y los
demás me oirían.
“Eris?” me llamó
End.
“Yo… lo siento,
debo irme”.
Me deshice de su
abrazo y salí tan rápido como un simple humano haría. Miré de reojo a mis
amigas y al instante lo comprendieron.
No podía imaginarme
la mirada de mi extraño amor cuando me disculpé y corrí, pero tampoco podía
hacerme a la idea de Rach muerta.
Nuestros sentidos
de cazadoras no alertaron; había un Truks cerca y Rachel no estaba.
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