“No quiero seguir
durmiendo, no se atreva a inyectarme nada en el suero y por favor muero de
hambre.” Le supliqué y amenacé a la jefa de enfermeras.
“Pero querida, no
tienes que esforzarte y si quieres comer en un momento pediré que te traigan
algo.”
Querida un cuerno,
apenas curvé mis labios hacia arriba para responderle y claro está, que eso no
le gustó a la obesa señora.
Se retiró de la
habitación y tan pronto lo hizo comencé a maldecir en voz alta. Creo que dije
todos los insultos habidos y por haber,
una vez hube terminado tomé el pequeño reloj de la mesita que se encontraba a
un lado de la cama; y me exalté al ver que eran las cuatros de la madrugada.
Hice mentalmente
el cálculo, no podían haber pasado tan solo ocho horas; cuando la sonriente
señora regresó con la bandeja, la abordé con la pregunta de cuánto tiempo
estuve inconciente.
“Contando la hora
desde que ingresaste, creo que alrededor de unas 16 o 17 hs., linda.”
“Qué? Más de un
día, por qué?”
Le grité todas las
palabras.
Cómo es posible
que dejaran que me hicieran eso, en qué estaría pensando Shion y por sobre
todo, por qué nadie estaba allí esperando a que me despertara.
“Oh, cielo, es que
perdiste demasiada sangre y necesitaste varias transfusiones, además te
encontrabas muy alterada y necesitábamos que estés calmada para que te
recuperes.”
La voz de la
enfermera interrumpió mis pensamientos. Asentí en respuesta de su aclaración y
seguí inmersa en mi debate interno.
Qué estúpido de mi
parte, la respuesta de por qué nadie se encontraba allí era fácil, y era porque
les había mentido. Y también, deben de haberse asustado y deberían odiarme
demasiado como para preocuparse por mí.
La mujer debió
notar la pena y el dolor reflejados en mi rostro, ya que inmediatamente trató
de animarme.
“Tus amigos
estuvieron aquí toda la noche, desde que fueron ingresados y gran parte del día
también, pero debimos echarlos para poder controlarte mejor. Ellos se
opusieron, por lo que debí amenazarlos diciendo que si no lo hacían les
prohibiría la entrada. No estés desanimada, eso no ayuda a tu recuperación.”
“Y el estar sola y
encerrada en este cuarto, hará que pierda la cordura también.”
Me quejé haciendo
un puchero, al tratar de cruzar los brazos sobre mi pecho, un insoportable
dolor me atrapó e instantáneamente chillé.
“Con cuidado, no
solo tienes diversos cortes, sino que también te dislocaste el hombro. Lo que
me recuerda, y perdóname la intromisión,
cómo es que te has hecho eso?”
“A decir verdad,
no lo recuerdo claramente.”
Claro, qué le podía
decir. Ahhh!!!, algo como esto quizás: -Soy una cazadora de demonios y un Truks
me mordió, cuando trataba de salvar a mis amigos-
Como si me fuera a
creer y eso solo sería lo mínimo que haría, llamaría al primer
neuropsiquiátrico que figurara en el directorio y me reservaría una cama de por
vida.
“Descansa, vendré
en un rato a retirar la bandeja.”
“Esto…cómo se
encuentra Scott?” pedí.
“Ah, te refieres
al muchacho que vino con ustedes? No te inquietes por él, está mucho mejor.”
“No podrían
cambiarme de habitación y quizás, si quisieran me pondrían en su misma
habitación. De ese modo no estaré sola y mi cordura no correrá ningún riesgo,
por favor?”
Le supliqué y le
hice ojitos (parpadeé rápidamente unas cuantas veces y mis ojos parecían cual
niño pequeño) con lo que a menudo conseguía cualquier cosa. Ella no fue la
excepción a la regla tampoco, ya que luego de discutir conmigo una hora entera,
accedió a mi pedido.
“Gracias, gracias,
pero muchísimas gracias…”
Le dije
efusivamente, mientras me llevaban a la habitación 405.
Como me supuse el
chico estaba dormido, qué bien pensé, yo no tenía sueño y no tenía con quien
hablar. Al rato de que me instalaran a un lado de su cama, se despertó y me
observó como si fuese alguna clase de fantasma.
“Cómo…cuándo…”
“No te alteres, he
pedido que me trasladaran, me iba a morir se seguía sola en esa habitación.”
“OK, es agradable
verte” me dijo con una amplia sonrisa.
Comenzamos a
charlar y llegamos al punto donde me preguntó que había sucedido. Como no
conocía la versión que dieron como “oficial”, opté por lo más simplista que se
me ocurrió y le dije que presentimos que algo no andaba bien y que salimos a
buscarlos.
No trató de
sonsacarme más información, desconozco la razón y di gracias una vez más por
eso. Seguimos hablando sobre el baile, Rach y otro millón de cosas más.
“Estoy muerta, ya
llegaron” dije.
“Ehh? Qué dices,
quién llegó?”
“Todas” suspiré.
Unos diez minutos
más tarde, mis amigas, Shion y Alex cruzaban la puerta. Sentí todas las
inquisidoras miradas a mí alrededor, no necesité ver en sus mentes ya que sus ojos reflejaban todos sus
pensamientos.
Luz comenzó a
gesticular alguna palabra, pero la interrumpí.
“En casa”
No me aguanté y
miré el interior de sus mentes, y vi el alivio de verme bien. Pero, también estaban
enfadadas por miles de razones justificables.
“En casa” volví a
decir.
“Qué te sucede?
Rach, nena, qué pasa?” preguntó Scott claramente alarmado.
“Nada, es que solo
no les avisé que me trasladaban y por eso se han enojado conmigo” le expliqué.
“Si ella tiene
toda la razón, cómo estás hoy?” le preguntó Rachel.
“Perfectamente, no
veo la hora de que me den el alta. Si no fuera porque la trajeron aquí
(señalándome con su dedo índice) moriría de aburrimiento, pero ahora mismo lo
preferiría. Ella es una molestia, jajajajaj….”
“Dímelo a mi, yo
vivo con ella” se quejó ella.
Todos se rieron de
su broma, pero sabía que no lo era y también se cuanto daño les he hecho.
“Ya va siendo hora
de que se vallan, llegaran tarde” les regañó Shion.
“En casa, ya les
dije” volví a decir.
Ellas asintieron y
gracias al cielo se marcharon de una vez.
Disfruté el que la
abuela no pudiera darme un sermón de tres horas, y casi sonreí al pensar que tal vez no lo
pudiera hacer por hoy.
Como ya me sentía
mucho mejor, convencí a la anciana para que me apoyara en conseguir me alta
médica y casi unas tres horas y media más tarde por fin el médico firmó los
benditos papeles. El Doc. Firmó con la condición que me fuera por la tarde y
antes debía hacerme unos exámenes; ya les dije cuanto odio las agujas?
Cuando por fin
pudimos largarnos de ese lugar, ya sería la hora del almuerzo en la escuela y
supuse que deberían estar explicando lo sucedido.
Shion tomó su
pequeño celular y marcó algún número al que no le presté atención.
“A quién llamas?”
“A Rachel, les
avisaré que ya estamos en casa y haber si así se calman.”
“Si te parece” le
dije encogiéndome.
Ahora que lo
pienso, antes había enviado un texto y de seguro era a Rach a quien se lo
envió. Informando de mi salida.
“Rach, si. Toma,
quiere hablar contigo” me dijo sosteniendo el móvil.
“Qué? No me
molestes, para eso querías hablar? Y muchas gracias por preguntar cómo estaba…”
Me interrumpió con
su rizota y me cortó, ni siquiera me dejó decir adiós. Bueno, si lo sé, lo
tengo merecido. Pero aún así y no es para nada educado lo que me hizo.
Pasaron algunas
horas hasta que tuve noticias de mis amigas, ellas me pidieron que me reuniera
con ellas en la biblioteca.
Nos sentamos, pero
nadie tomó la iniciativa y luego de unos minutos Luz rompió el hielo.
“Lo haces cuando
quieres?” preguntó.
“Al principio no
lo controlaba, pero Shion me ayudó y ahora puedo hacerlo a mi entero antojo.
Recuerdas la noche cuando hablamos del baile y te reíste?”
“Si y tu…”
En ese instante
Luz se puso pálida y al medio segundo más tarde su cara se volvió roja como un
tomate. La cara de las otras dos chicas era un pleno signo de pregunta.
“Se lo explicas
tu, o lo hago yo?” le increpé.
“No estamos
hablando sobre eso, el punto es que no nos tienes confianza y lo peor de todo,
es que no te importamos en lo más mínimo” me gritó.
“No seas
melodramática. Si no me importaran, no hubiera hecho de sebo y no es que no les
tenga confianza; es solo…
Miren, ni yo misma
conozco el verdadero alcance de mis poderes o cuales tengo. Solo tengo conocimiento de los actuales, les pido
perdón y también les pido que traten de
verlo desde mi punto de vista. Pensé que se asustarían.”
“A decir verdad,
si estamos asustadas. Pero no por nosotras y creo que hablo por todas cuando
digo que estamos asustadas por ti, has cambiado mucho, pero aún así eras
nuestra hermana y te queremos” me dijo Carol.
Reprimí las
lágrimas que amenazaban con brotar incontrolablemente de mis ojos.
“Está bien, puedes
llorar delante de nosotras. No tienes que ser fuerte todo el tiempo” la voz de
Rach estuvo llena de ternura.
“Perdón, pero es
como soy y no tiene anda que ver con ustedes o Shion, o nadie. Simplemente… soy
así.
Ahora la pregunta
más importante, me perdonan?”
Ellas no dijeron
palabra alguna, comenzaba a sentirme deprimida y el vacío en mi pecho crecía a
cada segundo. Justo cuando creí que no soportaría más silencio, en sus rostros
se dibujó una sonrisa y mi corazón latía cada más fuerte con cada una.
No soporté la
espera y me escurrí dentro de sus mentes.
“Pero hay condiciones”
me quejé haciendo un gran puchero.
“Oye, no se vale”
la niña interna de Carol gritó.
“SI se vale, si me
van a tener esperando” me quejé.
“Primero, no harás
esa cosa de vernos las mentes. Segundo,
nos dirás con lujo de detalles todos tus poderes. Tercero, no más mentiras y ni
pienses en ocultarnos nada. Cuarto, para perdonarte te tendrás que someter a un
arduo interrogatorio” dijo Carol.
“No les prometo
todo, hay cosas que no quiero hablar y otras de las cuales no se mucho. No voy
a mentirles nunca más, pero tienen que entender que para mi hay temas que me
ponen más que incómoda y me duele hablar de ello.”
“Bueno creo que
hemos llegado a un acuerdo, chicas esto amerita una pijamada y tu (señalándome
con el dedo) prepárate para responder” amenazó Luz.
Todas se
abalanzaron sobre mí, tirándome al suelo y haciéndome cosquillas.
“Hey, estoy
lesionada recuerdan” les recordé.
No importa cuanto
supliqué o que excusas ponga, no me soltarían y eso me hace demasiado feliz.
Preparamos todo lo necesario para la mini fiesta y nos pusimos nuestras ropas
de dormir.
Elegimos mi
dormitorio, ya que contaba con aquel conjuro que no permitía que nos escucharan.
“Cuál de las dos
nos aclarará por qué Luz se puso así hace un rato” pidió Carol.
“Yo no diré nada”
le dije levantando mis manos como defensa.
“Ok…es que”
“Espera, primero
empecemos con Eris” indicó Rach.
“Clarooo, bueno
qué más puedes hacer?”
Tomé una profunda
respiración y comencé.
“Bueno no solo
puedo leer mentes, sino también hacerte ver cosas que yo quiero y que en verdad
no se encuentran allí. Y además soy capaz de desmembrar a los demonios si me
concentro.”
“Increíble.”
“Cómo lo sabes?”
instó Carol.
“Durante algunos
entrenamientos, Shion puso unos muñecos y ahí fue donde comprendimos el alcance
de este poder.”
“Y cuando
estábamos peleando y buscando a Rachel, cómo te diste cuenta de los Truks?”
“Eso no lo
comprendo muy bien aún, solo sé que puedo sentirlos incluso mejor que cualquier
cazador y también se debió a que puedo saber que hay en su mente, debido a que
instantáneamente una parte de mi mente se conecta con la de ellos.”
Las preguntas
seguían lloviendo una tras otra, ya casi me quedaba sin respuestas cuando
cambiaron el tema.
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