(Endimión)
Me incliné y cuando ella levantó su rostro, que hasta
ese momento miraba el suelo, y quedamos a escasos centímetros el uno del otro.
Acorté la distancia entre nuestros rostros, le hablé rozando sus labios con los
míos.
“Celosa?” dije.
Pensé que diría todo lo que le viniera en mente, pero
en vez de eso solo optó por el silencio y seguí mi jugada; y ella reaccionó
como de costumbre.
Sin tener el control de mi cuerpo, mi mano se posó en
su cintura bajo la camiseta que llevaba y pude sentir que una pequeña parte de
su cintura estaba más caliente que el resto de su cuerpo; ella tembló ante el
contacto y supuse que se debía al frío invernal de la noche.
Por Dios, solo llevaba una ceñida camiseta, que le
llegaba justo a la cintura de los jeans.
Seguimos discutiendo, y…y?
Me desperté con una tremenda migraña y totalmente
desorientado, había estado soñando; o estaba repitiendo escenas de la pasada
noche?
“Pero qué demonios-“grité y me interrumpí a mi mismo,
al percatarme de dónde me encontraba. Cómo llegué a mi cama, no recuerdo nada y
por qué sigo con las mismas ropas.
“No pasa nada, trata de recordar” me dije.
Intenté con todas mis fuerzas traer imágenes de la
noche pasada, nada y nada nuevamente no importa cuanto lo intento. Lo único que
tengo en la mente es la pelea con Eris, antes de subirnos a mi moto y eso era
extraño.
No quiero decir que Eris es extraña (bueno en realidad
lo es espero…), sino que es raro que solo recuerdo hasta cierto momento y eso
me desconcierta enormemente.
El reloj comenzó a sonar, avisando que ya era tarde y
por ello terminé momentáneamente con mis
cavilaciones. Tomé una ducha rápida, me puse unos jeans oscuro, una camiseta de
algodón negra y una cazadora reforzada para invierno.
Bajé corriendo las escaleras hasta el garaje, agarré
el manillar de la motocicleta para salir y al momento en el que me monté sobre
ella vi unos minúsculos raspones en el lado derecho del tanque de gasolina.
Bien, esto se pone cada vez más raro.
Pero lo bueno, es que apenas si se notaban y así será
fácil cubrirlos. Arranqué la moto y me dirigí, con el tiempo justo, al
instituto. Había telefoneado a Georgia, mi novia, para que no me esperara y que
nos veríamos ahí. Aunque hace cuatro
días que salimos, a mi me parece una eternidad y todavía no sé la razón por la
cual accedí a salir con ella.
Mientras conducía recordé la noche del baile, le había
pedido a Georgia, solo por cortesía, que fuera mi acompañante y ella me dijo
que si totalmente eufórica. Cuando la recogí para ir al evento, me deslumbró lo
hermosa que se veía en su vestido blanco, pero eso no fue suficiente para
opacar y desviar mi atención de la diosa blanca que entró luego de nosotros.
Cuando Eris me dejó parado, como un infeliz, en el
medio de la pista de baile ella vino me tomó y bailó conmigo. Más tarde nos
alejamos hasta una de las esquinas del gimnasio, le agradecí y al momento en
que me vio directamente a los ojos supe lo que quería.
Su mirada era suplicante, se moría porque la besara y
así lo hice. Un beso suave y cariñoso, pero nada significativo para mí. Estaba
recordando a Eris cuando terminé el beso y no pude evitar enojarme, y le pedí
si quería salir conmigo, si quería ser mi novia. Fue muy cómica su respuesta,
por poco y se desmaya.
Llegué con tiempo al instituto, y ahí estaba mi
supuesta novia abanicando sus brazos en el aire, parada en el estacionamiento.
Apagué la moto, la saludé, y pasé la mirada por todo el lugar buscando su auto,
pero nada. Es que hoy no vendría? Y si hice algo anoche y no lo recuerdo?
“End, End no me estás prestando atención” se quejó.
“Lo siento preciosa, que me decías?” respondí.
“Ayer, cuando…”
Dejé de prestarle atención apenas comenzó nuevamente
hablar, volví a mis pensamientos y seguí así hasta entrar al laboratorio.
Esperaba verla ahí, pero tampoco estaba… se saltearía la primera hora por mi?
Nah, ella no me daría tanta importancia y si lo hacia a qué se debía.
Me volvía loco el solo pensar en tantas interrogantes
sin respuestas, y lo peor Georgia no pasó por alto mi comportamiento. Mientras
caminaba a mí tercera clase, Georgia se colgaba de mi brazo y haciéndome miles
de preguntas.
“Qué te pasa? Te sientes mal? Quieres que te traiga
algo?” me decía a mil por hora.
“No, no, no y no a cualquiera de las preguntas que
sucedan a las anteriores. No me sucede nada, en verdad Georg. No te preocupes”
traté de tranquilizarla.
“Ok, pero entonces dime que te sucede?” indagó.
“Bueno (suspiré), la verdad es que el tanque de
gasolina tiene unos raspones y tengo que arreglarlos” era media verdad, no
estaba mintiendo realmente.
“Que tonto eres, solo eso te preocupa?” dijo más para
ella misma que para que la oyera.
“A quién le llamas tonto?” le dije mientras le hacia
cosquillas.
“Para, para. No ves que hemos llegado?” me dijo entre
risas.
“Tienes razón, nos vemos en el almuerzo” le dije.
Entre al salón con mis esperanzas por las nubes, pero
como si pincharas un globo, estas se desvanecieron al no encontrarla, la
profesora nos tomaría hoy un examen, sobre un tema que explicó mientras Eris no
estaba y quizás sea esa la razón por la que no había venido. Por más conjeturas
que sacara, ella siempre me sorprenderá y la verdad que solo ella podía
hacerlo.
Estábamos por comenzar con el examen, cuando ella y
Luz cruzaron la puerta. Le murmuraron algo a la profesora y se sentaron
rápidamente en sus bancos, e hicieron el examen en solo diez minutos. Había
cinco hojas del cuestionario y eso era imposible, aunque para ellas
aparentemente nada lo es.
Entregaron las copias, se excusaron y salieron
nuevamente,
Así pasaron las siguientes dos horas, no entendía el
motivo por el cual se comportaban de esa manera y por sobre todo cómo no habían
asistido a ninguna clase hasta el momento.
Salí al corredor luego de que terminara la
insoportable clase, y ahí estaba mi novia rebosando de alegría.
“Hey, qué sucede?” le dije.
“No te has enterado’” me preguntó.
“Mmm?” dije.
“Bueno, vamos a la cafetería y lo ves por ti mismo”
Caminamos de la mano hacia la cafetería y casi
llegábamos, cuando todas entraron. Me quedé paralizado, Alexander alzaba a Eris
por la cintura y ella rodeaba su cuello con sus brazos; parecían estar
pasándola bien y algo ocurrió…
Ella fijó sus intensos ojos celestes en los míos,
instantáneamente me liberé del agarré que Georgia ejercía sobre mi mano y mis
labios comenzaron a escocer, sentí la misma carga eléctrica que las otras veces
cuando la miro. La misma es peor cuando estamos juntos.
Pero ninguna de esas sensaciones es comparable con la
que me produjeron sus ojos, en ellos había dolor, angustia, pena y desolación;
y claro que todo eso desapareció en un segundo.
Alexander se percató de la situación, y sin soltarla,
sino atrayéndola más hacia él, le susurró algo al oído. Ella se rió y le empujó
de forma juguetona, lo que me puso de peor humor y ya no lo soportaba.
“Vamos” le dije.
“Pero no has visto a Scott!” se quejó.
“Si, si después lo vemos” la corté.
Entramos a la cafetería y Aaron nos hacia señas para que nos sentáramos con
ellos, Georgia salió disparada y no tuve más opción que seguirla.
“Hey Scott, amigo, cómo te encuentras?” pregunté.
Me sorprendió que lo hubieran dejado salir del
hospital y que estuviera en tan buen estado.
“Hey End, bien, pero he estado mejor y los felicito
por las noticias” me dijo.
“Gracias, iré a buscar algo. Tu quieres algo?” dije.
“No gracias, Rach se encarga” me respondió.
Fui a buscar mi charola, y me puse en la fila para
pagar, cuando noté que Eris estaba adelante mío. No dejaría pasar esta
oportunidad, necesitaba respuestas.
“Hola Eris, como va?”
“Hm?...ah, hola” dijo.
“Te puedo preguntar algo?” le pedí.
“Depende…qué quieres?”
“Solo es que no sé cómo raspé mi motocicleta y estoy
seguro de que se hicieron ayer a la noche”
“Mira, yo no toqué nada y ya te agradecí lo de ayer;
así que no molestes” dijo un poco alterada.
“Se te aflojó un tornillo, mujer? O es que eres así de
nacimiento?” estaba muy enojado.
“Cómo te atreves simple hu-“
“Por Dios, eres imposible. Te hice una pregunta,
responde”
Seguíamos discutiendo y llegó el caballero de la
armadura blanca a su rescate.
“Eris, todo bien? Te ayudo con eso?” dijo el
principito.
“Todo bien, y si insistes en ayudarme bueno” respondió
con una sonrisa de oreja a oreja.
Lo dejé pasar y volvimos a la mesa, hablamos sobre el
receso de invierno, para el cual faltan dos semanas, y Aaron propuso la idea de
pasara una semana en la cabaña que sus padres tienen en las montañas. Georgia
estaba muy emocionada, aunque el resto de las chicas (Rachel, Carol, Luz y
Eris) parecían medio reacias y todas dijeron al unísono.
“Le consultaremos con Shion”
No llegaba a comprender, la enredada relación que
tenían con esa mujer, y la vez
que se lo pegunté a Eris no me quiso responder. Como sea, no es de mi
incumbencia.
La mañana anterior, decidí tomar clases extras y
tratar de evadir mis responsabilidades o misión, en fin, así que tomé música y
francés. Para mi sorpresa la Sta. Strauss, compartía mis mismos horarios.
Terminamos de comer y cada uno salió en dirección a su
respectiva clase y en este caso gimnasia. Pasada las horas, todos se dirigían a
sus hogares a excepción de los alumnos
con clases extras y eso la incluía a ella también. Se dirigió a todos y se
encaminó al aula, la seguí y no pude evitar reír cuando me vio.
“Ahora eres un acosador? O solo me molestas?”
“Creo que un poco de ambas” respondí.
“Vale, te anotaste en esta no?”
“Si y también en francés” le aclaré.
Su rostro era como el de una escultura de mármol,
imposible leer nada en ella. Se estaba yendo y no lo pensé dos veces, la tomé
por su ante brazo y la situé entre la pared y yo.
“Qué crees que haces?” bramó.
Pegué mi cuerpo al suyo, coloqué mis brazos a ambos
lados de su cabeza y me doblé para que mi rostro estuviera lo más cercano la
suyo.
“Consiguiendo respuestas. No recuerdo haberte dejado
ayer en tu casa, en realidad no recuerdo nada luego de discutir contigo en el
estacionamiento y me pregunto si tu sabes el por qué”
Mi boca comenzó a escocer como antes, era como si
anhelara algo que ya había probado y quisiera más, pero esa sensación no se
comparaba en nada a la siguiente.
Cuadró sus hombros, levantó la barbilla y acortó la
poca distancia que nos separaba. Pude sentir su aliento recorrer mi rostro, y
una descarga eléctrica mayor a la que sentía cuando estaba junto a ella,
recorrió de punta a punta mi cuerpo.
“Ahora me tachas de bruja o me equivoco?”
“Yo…”
Por Dios qué me sucedía, no podía articular palabra y
ella tampoco me dejó, ya que prosiguió.
“Mira, nunca llegaste a mi casa, faltaba un cuarto
para llegar y nos cruzamos con Alex y él me llevó a casa. No tengo ni la menor
idea de cómo se dañó tu motocicleta y si no te molesta…suéltame!” gritó.
Por una fracción de segundo, pude ver sus cristalinos
ojos celestes cambiar a un intenso rojo carmesí y eso si que no lo esperaba. De
la sorpresa retrocedí sin darme cuenta, aun sin parpadear y así como vi el
cambio ya no estaba.
Debió ser mi alucinación, ya que no esperaba esa
respuesta, no sentí miedo y no sé la razón por la cual me eché para atrás de
esa manera.
Eris salió como alma que lleva el diablo y murmurando
algo que me pareció como: Sacas lo peor de mí-, pero no estoy muy seguro.
Gracias al cielo terminó la clase y me fui a mi casa,
al llegar lo sentí.
“Qué haces aquí Rakiem, te envía mi padre?”
“Mi señor, hay que matarla” me dijo.
“Es mi misión, lo haré cuando guste y además mi padre
quiere algo de ella o me equivoco?” dije.
“No señor, no se equivoca” respondió.
“Entonces no me estorbes” escupí.
Dicho esto Rakiem dejó la habitación.
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