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15 may 2011

un poquito de otra cosa y me comentan que onda?



S
inopsis:

Él era estrella de futbol en la secundaria, reconocido abogado y un rompe corazones de primera. Llevaba más de 10 años en total ceguera con respecto a su pareja y cosechando un resentimiento hacia el traidor de la manada.

Ella siempre había sido la sombra en el instituto, la graduada con honores en la universidad y codiciada diseñadora gráfica y la mejor mecánica de formula 1. Pero desconocía su herencia.

Una presentación mal iniciada, un juego de palabras y un ascenso de hormonas nos da como resultado un enfrentamiento entre la manada local de licántropos y una mecánica sin ningún problema en plantarle cara a todo lo que se le cruce en su camino.


Capitulo 1:

11 años antes.

Ryan Hopskin pisaba el acelerador hasta el fondo, llevaba todo el día sintiendo los bellos de la nuca ondulársele y su instinto de Lycan le decía que lo observaban.

Habían pasado al menos dos semanas desde su último cambio y no ayudaba que la luna llena estuviera próxima, en exactamente 2 noches estaría alzándose sobre el firmamento como una novia blanca esperando las alabanzas de sus hijos. Solo esperaba que su paranoia se debiera a falta del cambio y no a que su antigua manada lo estuviera asechando, no quería que ninguno de ellos en especial Thomas su Alfa y mejor amigo desde siempre cerca de su familia.

Ryan había renunciado a su casi inmortalidad por el amor de su vida y prefería morir a su lado que pasar los próximos seis siglos sin ella, además estaba su pequeña ricitos de oro con sus grandes ojos verdes y ya tan grande; casi una adolescente completa. Había sido toda un sorpresa para ellos enterarse que iban a ser padres, por lo que sabían el regalo de dar al mundo una nueva vida se les había denegado por ser de dos mundos completamente diferentes; pero al llegar a casa todos los días ahí estaba su razón para seguir adelante y retrasar todo la afloración de su otro yo.

-Diablos, ya voy con retraso- hoy era el cumpleaños número 13 de su pequeña y si llegaba tarde tendría que lamerse los oídos sangrantes después de oír la recriminación de su esposa e hija le harían, además hoy llevaba el regalo perfecto. Nada le imposibilitaría llegar tarde.

Si tan solo hubiese pensado con más ahínco en ello quizás las cosas no hubiesen terminado como terminó.

Sus miedos eran proféticos, tan solo unos minutos después voy sombras moverse entre los árboles que lindaban el camino por el que conducía.

-Malditos sean- exclamó con los dientes apretados y el sudor frío corriendo por sus sienes.

Él había sido un beta y debido a ello podía enfrentarse con varios de su especie, el poder rodaba por sus venas. Pero eso había sido hace varios años atrás y ahora no tenía que proteger su posición jerárquica en la mamada sino que tenía que protegerlas a ellas.

Sin poder hacer más que conducir, se desvió del trayecto que tomaba para ir a su hogar rogando que los vigilantes que hace semanas le pisaban los talones no se hubieran percatado de su verdadero hogar, se dirigiría a su lugar de reserva y ahí sucedería lo que el destino tuviese deparado para él. No llegó muy lejos antes de que un animal se cursara en su camino y tuviese que pisar el freno. No teniendo más opción que apearse del auto y resistir lo que pudiese, hizo lo que dictaba su otro yo que les demostrase a esos infelices con quien tuvieron la desgracia de cruzarse.

Con una leve ondulación de su cuerpo un segundo atrás estaba erguido y un segundo después se encontraba en cuatro patas, su mundo reducido a un espectro de grises y sensaciones térmicas.

Pero lo que realmente se incrementaba era su poder y tamaño, si bien su raza distaba mucho del tamaño normal de su congénere animal, cuando un Lycan encontraba a su pareja el poder que portaba en las venas y su tamaño se incrementaban considerablemente, eso tendría que haber sido suficiente para que los dejasen tranquilos dentro de la manada pero su líder temía a la profecía que recaía en la manada y a a causa de esa ignorancia su pareja y él se vieron obligados a recluirse en un mundo que no tenía cabida para monstruos como ellos.

Esa ya era historia pasada, pero en esos momentos cuando vislumbró a su antiguo amigo y alfa todo el odio y pesar que había sentido hace ya varios años tomaron el control de su mente, sumando a eso sus instintos protectores hacia su pareja y cachorro, era un contrincante formidable. Pero para su sorpresa, Tomas había llevado consigo a más soldados de los que serían necesarios para dominarlo; el mensaje estaba claro esa sería su última noche sobre la tierra y lamentaba eternamente en lo profundo de su alma no haberle dicho a Mereya cuanto la amaba, ni haber abrazado por última vez a su pequeña que crecería pero no lo tendría a su lado al momento del cambio si llegaba a estar en la línea de sucesión de su familia.

Tirado en el medio de la carretera, mirando al estrellado firmamento lloró lágrimas de sangre por su familia.

-Padre, esas lágrimas…-

-No creerás que son verdaderas o si?-

-Pero según las leyendas…-

-Hazlo que se te dijo y no dudarás.-

Ryan, apenas si tuvo fuerzas para girar la cabeza y mirar a su verdugo, no era más que un muchacho y por lo que podía apreciar con sus ojos manchados de sangre solo era unos cuantos más grande que su pequeña, se lamentó pero aquel pequeño hombre que por orden de alguien sin corazón esa noche perdería todo rastro de inocencia que le quedara y se vería catapultado al estatus de hombre por las ambiciones de alguien más.

-HAZLO!!-

Con esa última palabra, el muchacho cambio y con un rápido movimiento le desgarró la garganta llevándose un trozo de piel carne y músculo con é.

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-Mamá le podemos poner más chocolate y crema por encima y frutillas dentro?- pedía su hija.

-Pero cariño, ya la hemos rellenado y además luego te dolerá el estómago de tanto dulce- la regañó.

-No es verdad, no me dolerá. A papá le gusta más el chocolate que a mi y tu nunca le regañas por querer comerlo- dijo haciendo un pequeño mojin.

-Porque tu padre ya es un adulto y puede aguantarse el dolor de barriga el solito. En cambio a ti te tendremos que llevar a ver a un doctor si eso llega a empeorar-

-Pero es muy cumpleaños, sería justo que me dejases comer como yo quisiera o no?- dijo astutamente la cumpleañera.

-Ese es un buen argumento, deberías ser abogada cuando grande-

Como al pastel le faltaba un poco de frío para poder terminarlo, decidieron dejarlo en el refrigerador para más tarde y comenzar a elaborar la cena de festejo de esa noche. Su marido Ryan dijo que llegaría temprano aquel día y que le traía una sorpresa a su hija, pero algo en las entrañas de Mereya Hopskin le decía que no sería de esa manera.

Ryan ya llevaba una hora de demora, lo había llamado al móvil unas cinco veces pero entraba en la casilla de voz y en el trabajo ya no quedaba nadie con quien pudiese constatar el paradero de su esposo.

-No te preocupes, ya pronto aparecerá. De seguro se demoró con algún papeleo importante y de última hora- trató de tranquilizarse más a ella misma que a su hija.

-No crees que se ha olvidado como la otra vez?-

-Cómo puedes pensar eso de tu padre jovencita?-

-Pero no me puedes negar que mi anterior cumpleaños se le pasó por alto y la riña que tuvieron después por ello- dijo astutamente.

-De acuerdo, admito que tal vez sea despistado de vez en cuando pero nunca se olvidaría del cumpleaños de su hija adolescente- puntualizó Mereya.

-Espero que tengas razón, algo me dice que no te equivocas pero no es del todo así- musitó la niña tocándose la tripa.

-Cómo así?- era extraño que su hija le hablara de esos temas.

Ambos había quedado sorprendidos cuando su ginecólogo le comunicó que en apenas unos 8 meses o menos tendrían un pequeño retoño al cual cuidar, ella se había largado a llorar como niña pequeña por la noticia mientras su joven esposo le preguntaba si los valores eran correctos.

El doctor al ver sus sospechas les había preguntado que sucedía, si nos les parecía una noticia maravillosa.

-Claro que lo es, pero nos habían comunicado que nos sería imposible poder concebir- había respondido ofendido su esposo y miraba al doctor con el ceño fruncido.

Para calmarlo el médico le palmeó la espalda para felicitarle.

Todo parecía normal con su embarazo hasta los análisis sanguíneos daban valores humanos y en las ecografías su bebé era totalmente humano, cerca del quinto mes ella le había transmitido que esperarían una pequeña regordeta por las mediciones de el ultrasonido de esa tarde. Parecían bebés ambos, ya que lloraban casi todos los días por el milagro que crecía en su vientre.

-Podemos terminar con el pastel, así lo tendremos listo para cuando el buen hombre de mi padre venga- dijo ya gruñona su hija porque tenía hambre.

-Vamos, estoy segura que no tardaremos en recibir noticias suyas- mientras acababa de decir las palabras la sangre se le heló en las venas, pero se negó a pensar en malos augurios en ese fecha tan especial para ellos tres.

El golpe en la puerta de entrada las interrumpió, estaban en la cocina terminando de decorar el pastel de cumpleaños cuando la Sra. Hopskin estrechó los ojos y se limpió el resto de la crema que tenía en las manos con el delantal que llevaba puesto.

- Quizás sea papá tratando de darte tu regalo- tenía un mal presentimiento sobre esto.

Llegaron a la puerta y sintió un aplomo inexplicable al abrir la puerta y encontrase con dos personas uniformadas, policías, con los sombreros en la mano.

- Sra. Mereya Hopskin?- preguntó el oficial de la izquierda.

- S... Si- su pequeña niña le apretó la mano con inmensa fuerza y se quedó rígida con la misma presión ejerciendo sobre su mano.

-Creo que sería mejor si se sentara y mi compañera la agente Gordon se ocupará de su hija- prosiguió en tono neutro, aunque Mereya pudo distinguir tras la mirada en blanco de sus ojos cafés el turbamiento de lo que había visto.

- Oh, no por Dios. No mi Ryan- gimió Mereya, sus rodillas se le doblaron y la llevaron hasta el piso donde se tendió sollozando junto a su pequeña. La joven mujer que era la niña de apenas 13 años de edad había entendido antes de que incluso su madre se diera cuando de lo que ocurría.

El agente que se presentó a continuación por el nombre de Brian Kendri, ayudó a Mereya a levantarse y la condujo muy amablemente hasta la sala de estar, depositándola cuidadosamente sobre el sofá. La joven viuda no paraba de sollozar, con su cara entre las manos y repitiendo una y otra vez que esto no era posible; la pequeña que hasta ese momento había pasado desapercibida por los adultos por su inmutable silencio lo rompió haciendo una pregunta que dejó a todo el mundo helado.

-Cómo sucedió?-

-No creo que sea necesario que estés aquí cariño- dijo la oficial Gordon tomándola de la mano.

-Madre-

-Está bien, ella merece saberlo tanto como yo. Ven mi pequeña- le dijo su madre abriéndole los brazos.

El Sr. Kendri, tenía un aspecto ceniciento y la mirada reprochadora clavada en ellas.

-Sra. No creo que sea lo más prudente- trató

-Solo quedamos las dos ahora y tiene tanto derecho como cualquier otra persona. Ella es su hija- dijo casi gritando Mereya.

-De acuerdo, pero déjeme aclararle que aún no tengo el informe oficial del forense y hasta entonces la información no estará completa-

-Entendemos- musitó la viuda aferrándose a su pequeña de ojos ámbar como los tuvo su padre.

Era ya entada la madrugada, cuando el oficial Kendri que se había quedado horas extras por el caso salió a la sala de espera de la jefatura de policías y le comunicó a la joven y desolada viuda que la autopsia había concluido y que en aproximadamente media hora podrían retirar el cuerpo para darle sepultura.

-Sra., nuevamente mi más sentido pésame para la familia. Y perdón por ser tan entrometido, pero quisiera que llamara a algún familiar para que viniese a por ustedes?- dijo el oficial.

-Es muy amable por su parte preocuparse por nosotras, pero no hace falta ya nos las apañaremos. Mientras esperábamos aquí he podido arreglar las cosas y avisarle a sus compañeros de trabajo, todo está arreglado para darle su último adiós- respondió su madre sin derramar lágrima alguna.

-Pero no hay alguien a quien puedan llamar, un familiar, primo, alguien?- dijo más molesto esta vez el oficial.

-No, solo éramos nosotros tres-

-Lo siento, no debí inmiscuimirme. Lo lamento.-

-Muchas gracias- dijo Mereya palmeando la mano del joven.

Haciendo acopio de todas sus fuerzas, las jóvenes mujeres Hopkins se tomaron de la mano y dando pasos firmes caminaron saliendo por las puertas dobles de la estación de policía hacia su fallecido amor y hacia su futuro; el cual ninguna de las dos sabría lo que les depararía pero sabiendo que lo soportarían juntas.

No había dado dos pasos más allá de las puertas acristaladas de la jefatura cuando a voz de gritos las llamaron.

-Por favor esperen- dijo el oficial.

Al ver sus caras inmutables, el joven policía les explicó tendiéndole una caja con un envoltorio brillante.

-Esto estaba en el coche de su esposo con una tarjeta, supuse que lo querrían tener-

La niña le tendió la ano para coger el regalo de su cumpleaños, lo tomó como si fuese la cosa más valiosa en el mundo y lo acurrucó contra su pecho y dijo las apalabras que le helarían la sangre en las venas para el resto de su vida.

-Gracias, es el regalo de cumpleaños que mi padre me iba a dar. Gracias por entregármelo.-

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-Silencio, silencio!- aclamaba el orgulloso alfa de la manada.

Todos los miembros, desde el más anciano hasta recién nacidos estaban congregados entornos a su líder en el claro cerca del lago.

-Muy bien, creo que todos sabrán la finalidad con la que se les ha convocado a esta asamblea. Pero para el que no tenga conocimiento de ello, el asunto es que hace no más de 24 horas un grupo establecido por Richard nuestro beta y otros admirables cazadores encabezados por mi y contando con la presencia de nuestro futuro alfa, mi hijo, hemos dado caza, captura y final al traidor que nos humilló y nos dio la espalda hace ya 13 años la noche pasada. Un hombre cuyo juicio se vió empañado por la magia negra que esgrimían las brujas de esta ciudad y cuya hija menor enredó el sentido común y la unidad de nuestro amado compañero de manada y nos arrebató para siempre a Ryan Hopkins de nuestro lado, quien pese a haber recuperado la plena facultad de sus pensamientos y sabiendo que retaba a la manada y a su alfa, aún sabiendo en las dificultades que acarrearía sus decisiones despreció a quien lo amó como un hijo a su familia entera.

Y hoy nos reunimos para poder dar testimonió que todo el mal que aún podía aquejar a esta manada ha sido erradicado y me honra decir que fue mi hijo quien sacó el último aliento de la garganta del traidor, del que vendió su inmortalidad por algo tan mundano y mortífero como una bruja.

Hijo, por favor, un paso al frente y preséntale a la manda la prueba de tu valía.- dijo radiante el alfa.

Eryk, quien se encontraba detrás de su padre, el alfa, aún se repudiaba por lo que le habían obligado a hacerle a aquella pobre alma perdida. Dio un paso adelante tomando en su mano la prueba que necesitaba mostrarle a la manada para que lo consideraran digno de seguir el mandato de su padre.

-He aquí la prueba de mi valía, he aquí la prueba que me convierte en hombre ante sus ojos y digno sucesor de sangre del alfa- con esa palabras había sellado su futuro para toda la eternidad.

La noche de la cacería aún rondaba su mente cuando cerraba los ojos y odiaba a su padre por hacerle perder la poco humanidad que tenía a la dulce edad de 16 años, apenas si había tenido su propio cambio a Lycan hacía unos meses atrás y esa noche le había obligado a arrebatarle la vida a un hombre del cual no tenía ni idea si tenía familia o si en verdad era culpable de lo que se acusaba.

Pero los espías que su padre había enviado para sacarle el rastro aseguraban que no tenía familia alguna y que todas las noches se dirigía a una cabaña demasiado inutilizable como para ser habitada. Pese a ello, algo no terminaba de encajar en la ecuación que se le había presentado.

Más tarde esa misma noche, pidió a su padre unos minutos para poder plantearle sus dudas y ver si solo era su conciencia la que no le dejaba tranquilo.

-Qué es lo que sucede Eryk?- preguntó un molesto Alfa.

-Discúlpame padre, es solo una tonta idea que me ha dado vueltas por la cabeza y creo que tu sabiduría podría serme de ayuda-

-No juegues conmigo cachorro, antes que tu padre soy tu alfa y me debes el mismo respeto que el resto de la manada. No te confundas ni por un instante que puedes tratarme con tal condescendencia y salir ileso- le gruñó mostrando sus afilados dientes.

-Ahora si tu duda es tonta por qué osas molestarme con ella?-

-Derecho al punto, ya me lo esperaba- suspiró. –Según tus observadores el traidor no tenía nadie cercano a él, lo que me hace preguntar qué fue de la bruja que lo tomó en sus garras.-

-Veo que aún eres un tonto cachorro y desconoces tu herencia absolutamente- se rió su padre.

-Para que lo tengas a consideración en un futuro próximo, la naturaleza Lycan puede no siempre subyugarse bajo el manto de nuestra supuesta humanidad. No somos humanos y por lo tanto hay veces que nuestros instintos son más fuertes que nuestro conciente humano; somos más animales en determinadas etapas de nuestras vidas o según ciertas situaciones. Eso hace algunos más inestables que a otros y no creo que Ryan haya sido una excepción a eso.

Estoy más que seguro que su bestia tomó el control por una vez y descuartizó a la maldita tomando repesaría por haberlo separado de la manada. No existen Lycan solitarios, su naturaleza exige el contacto con su propia especia para poder sobre llevar la larga existencia de nuestra raza- dijo con el pecho inflado de autosuficiencia.

Eryk consideró las palabras de su padre, pero algo aún se sentía mal. No iba a decírselo a su padre bajo ningún concepto, eso solo le traería una golpiza en su “entrenamiento” para alfa y no quería a su madre de mediadora entre ellos.

De momento no podía hacer nada, solo tratar de salir ileso de lo que su padre le deparara y no había tiempo para más preocupaciones que sean proteger a su madre y ser algo totalmente diferente a su padre en el futuro.